Cuando nos encontramos de lleno en la temporada de cría de palomas no es extraño que se presente algún caso de pichones con dificultades a la hora de salir del cascarón, o huevos en los que el embrión se ha muerto durante la incubación.
Muchos colombófilos piensan inmediatamente en salmonella al ser testigos de casos semejantes, cuando en realidad todas las infecciones juntas, incluyendo la salmonella, son responsables de menos del 5% de las muertes de pichones antes de romper la cáscara.
Y entonces ¿a que se deben estas muertes? La mayoría de pichones fallecidos dentro del huevo lo hacen generalmente dentro de los primeros días de incubación o, bien dentro de los últimos días.
Las muertes durante los primeros días de desarrollo embrionario suelen deberse a algún tipo de incubación inadecuada, como por ejemplo:
- Temperaturas de incubación demasiado bajas para mantener al pollo con vida.
- Cualquier tipo de movimiento brusco que afecte al huevo y en el cual se vean fatalmente dañados el pollo o la yema.
- O bien a embriones con algún problema genético tan grave, que sea incompatible con la vida.
En las muertes acaecidas hacia el final de la incubación, los polluelos fallecen, por lo general, como resultado de problemas asociados con la eclosión. Durante el último tramo de la incubación, el pichón debería ser capaz de obtener el oxígeno a través de las membranas que lo rodean, para poder respirar aire y también absorber el saco vitelino (que provee de alimento al pollo y fortalece su sistema inmunitario). Si la temperatura o la humedad no son los adecuados en ese instante, ambos procesos pueden no llegar a desarrollarse correctamente, provocando el fallecimiento del joven pichón.
Entre el comienzo y el final de la incubación, el pollito se dedica esencialmente a crecer y es aquí donde nutrición e infección se vuelven más relevantes. Si el embrión sufre carencias nutricionales o algún tipo de infección, probablemente morirá.
Se han presentado casos en algunos aficionados en los que hasta un 30% de todos los huevos fértiles criados por sus palomas, no habían logrado salir del cascarón. Estas cifras no son normales y denotan la existencia de un problema latente. Una mortalidad embrionaria del 5% podría ser considerada como normal. Cualquier porcentaje por encima de este, debería despertar sospechas acerca de algún posible problema.
Los posibles problemas causantes de ésta altas cifras de mortalidad los detallamos a continuación, en virtud de los diferentes períodos de incubación.
Mortalidad embrionaria al inicio de la incubación
El fallecimiento durante este periodo puede ser detectado al abrir el huevo y comprobar que en realidad era fértil, pero que el embrión está muy poco desarrollado. Como se mencionaba anteriormente, la causa habitual es una incorrecta incubación que se traduce en un enfriamiento del huevo justo cuando el embrión comienza a desarrollarse.
Las posibles causas incluyen:
- Material inadecuado de anidación.
- Interferencia del propio colombófilo.
- Falta de control de parásitos (moscas o ácaros) en el nido.
- Falta de un segundo nido donde incubar el siguiente par de huevos.
- Superoblación del palomar.
- Palomas de edad avanzada.
- Nidales mal diseñados.
- Competencia con otras aves del palomar.
- Malas reproductoras.
- Nidal demasiado caliente, demasiado frío o con poca ventilación.
- Perturbación externa del palomar.
Además, como vimos anteriormente, al principio de la incubación los huevos son muy vulnerables a las lesiones provocadas por cualquier tipo de vibración. Los temblores o las sacudidas pueden acabar por matar al embrión, ya sea directamente o mediante la ruptura de la yema. Hay que tener esto en cuenta cuando se ceden huevos a otros criadores.
El efecto de las tormentas eléctricas sobre los huevos es simplemente un mito. Los embriones que tienen la mala suerte de sufrir anormalidades genéticas, suelen fallecer, por lo general, durante las fases tempranas de la incubación. Este tipo de problemas genéticos son más propensos a ocurrir al practicar la consanguinidad.
Mortalidad del 4º al 14º día de incubación.
Este es el período más largo de la incubación y, sin embargo, es el momento durante el cual se producen menos muertes. El embrión se encuentra sencillamente creciendo y alimentándose de la yema. Los fallecimientos en esta fase pueden reflejar problemas nutricionales en la madre. Las hembras que se alimentan correctamente aportan yemas nutritivas que producen embriones sanos.
El efecto del “stock nutricional” está muy infravalorado en colombofilia. Alimentando a los reproductores con una mezcla compuesta simplemente por 2 o 3 tipos de semillas y grit, no es posible preparar bien a las hembras de cara a la cría. Los colombófilos que creen que esto es posible, a menudo aceptan como normal una tasa elevada de mortalidad embrionaria, o la presencia de pichones de nido débiles.
Aunque los embriones pueden morir debido a algún tipo de infección en cualquier momento de la incubación, son más vulnerables durante este período del desarrollo. Es cierto que existen algunas infecciones que alcanzan el huevo a través de su madre, es el caso de la Chlamydia o la salmonella, capaces de infectar el ovario.
Ambas pueden pasar al huevo durante su formación y posteriormente infectar y matar al embrión en desarrollo. La infección también puede pasar al huevo a través de la pared del oviducto. Este tipo de infecciones que penetran en el huevo antes de la puesta son, sin embargo, una minoría.
La mayoría de las infecciones desarrolladas por los pichones, penetran en su organismo tras la eclosión. Los nidos sucios, mal ventilados, o excesivamente húmedos, presentan un alto riesgo de contaminación de la cáscara y penetración de agentes infecciosos al interior del huevo.
También es importante tener en cuenta, en esta fase del desarrollo, la calidad del propio huevo. Los que presentan una cáscara fina, agrietada, deforme, o áspera, constituyen una entrada más fácil a algunas infecciones y son más delicados frente a traumatismos.
La baja calidad del huevo puede ser debida a alguna enfermedad presente en el oviducto, pero más a menudo se encuentra asociada a una deficiencia nutricional, particularmente a la deficiencia de calcio.
Algunos aficionados habrán visto en alguna ocasión huevos que presentan evidentes líneas translúcidas recorriendo la superficie de la cáscara, evidenciando las rotaciones sufridas por el huevo al atravesar el oviducto. Estas finas líneas pueden ser una señal temprana de la deficiencia de calcio.
Mortalidad embrionaria al final de la incubación.
Durante la incubación, se desarrolla una membrana denominada “corioalantoidea” en torno al embrión. Esta actúa de manera remotamente semejante a como lo haría una placenta humana, suministrando aire al embrión tras absorberlo a través de la cáscara. Al finalizar la incubación, el pichón debe intercambiar esta “respiración corioalantoidea” por una atmosférica. Lo hace en dos etapas.
En primer lugar, rompe el cascarón desde el interior. Para esto, practica un pequeño agujero en la cámara de aire situada en uno de los extremos del huevo y comienza a respirar el aire que esta contiene.
En esta etapa, podremos sentir las vibraciones que se producen en el interior del huevo e incluso, en ocasiones, escucharemos piar al pequeño polluelo. Transcurridas de 12 a 24 horas, el pichón logrará romper la cáscara y respirar el aire del exterior.
Mientras todo esto sucede, lo que queda del saco vitelino (responsable de la nutrición del embrión durante la incubación) es absorbido por el ombligo (para terminar formando una pequeña bolsa en la pared del intestino delgado, denominada “divertículo de Merkel” que acompañará a la paloma durante el resto de su vida).
Curiosamente, en ese mismo momento, el pichón también se bebe el líquido transparente que lo rodea, conocido como “líquido amniótico”. Este líquido, así como también el saco vitelino, contienen los anticuerpos que protegerán al polluelo de posibles infecciones durante las primeras semanas de vida.
Mientras se desenvuelve toda esta complicada fisiología, la joven paloma es totalmente vulnerable a todo tipo de problemas. Cualquier extremo de temperatura o humedad durante este proceso, podrían afectar negativamente al polluelo. Los problemas más habituales, sin embrago, suelen derivar de una temperatura demasiado alta, o una humedad demasiado baja.
Esta combinación hace que la cáscara y sus membranas se resequen y endurezcan, lo que puede llevar al agotamiento incluso a un polluelo completamente sano. Además, los jóvenes pichones son muy susceptibles a la deshidratación.
En ésta etapa del nacimiento es frecuente tener que ayudar en alguna ocasión a polluelos que se han visto en complicaciones similares, sólo para encontrarlos muertos más tarde. Este fallecimiento se debe sencillamente a la deshidratación.
Si les ofreciésemos frecuentemente a estos pequeños algunas gotas de agua, de manera que pudiesen chuparlas (lo harían con avidez) serían capaces de sobrevivir. A los pichones deshidratados se los conoce comúnmente como “pollos pegajosos” por la forma en la que se adhieren a las membranas de la cáscara seca.
A menudo se los encuentra muertos transcurrida la ¼ parte o la ½ de la eclosión. Si los extraemos de la cáscara podremos observar que el saco vitelino no ha sido absorbido y que, a menudo, se encuentra seco, así como restos viscosos de albúmina impregnado el interior del huevo.
Para asegurar una elevada tasa de eclosión, es vital que las palomas reproductoras tengan acceso frecuente a la lluvia o al agua de baño durante la época de cría. Si esto no fuese posible, siempre podremos recurrir a humedecer ligeramente el abdomen de las hembras, así como los huevos, con un pulverizador de agua.
El nidal ideal presenta una temperatura de 20-25º C y una humedad del 70%. Si no estamos seguros, podemos colocar un termómetro y un higrómetro en el palomar de cría.
En resumen, en la mayor parte de los palomares pueden mejorarse los problemas asociados a la eclosión con tres sencillos pasos:
- Poniendo especial cuidado en la nutrición de las palomas de cría durante los meses previos a la época de reproducción.
- Usando un nido diferente y limpio para cada puesta y manteniendo una correcta higiene del nidal.
- Ofreciéndoles a las palomas acceso a la lluvia o a al baño cuando se acerque el momento de la eclosión.
Si la observación de estos sencillos consejos no resulta eficaz, es probable que debamos visitar a nuestro veterinario para inspeccionar a la hembra en busca de posibles infecciones o detecte otro tipo de problemas.
Texto: Dr. Colin Walker